miércoles, 22 de abril de 2009

24

Me disparan desde cinco lugares diferentes. Esto parece ser una vieja fábrica. Tiene varios pisos. Escaleras metálicas como casi todo el lugar. Grandes contenedores tubulares alrededor. Y bueno, muchos tipos malos. Uno está ubicado justo en frente mío, un piso más arriba. Otros dos me disparan desde la derecha, tras una pared. Uno parado otro arrodillado. Los otros están tras las ventanas de la izquierda aquí mismo, en planta baja. Pues, que empiece la fiesta entonces… Se quedan sin su primera carga, no son muy hábiles, comenzaron a disparar al mismo tiempo y al azar y ahora deben cargar. Todos menos el de arriba, es más inteligente. Corro directo hasta las ventanas, no se lo esperan y estén desesperados por cargar rápido sus armas. Me encanta ver sus caras de sorpresa cuando me tienen encima. Esquivo las balas del de arriba, aunque una me roza el hombro. Solo un recuerdo más, para saborear la vida de espía otra vez. Las ventanas estallan frente a la fuerza de mis pies desenfrenados. Apenas la destruyo golpeo con mi frente la nariz del pobre estúpido frente a mí y con su automática en mis manos dejo al otro disfrutar de una buena siesta mientras me dedico a ir por sus amigos. Los que estaban a mi derecha se acercan disparando para acabar conmigo, otra vez disparando al azar, esperando a que su suerte haga el resto… lástima que no creo en la suerte… y ya no estaba ahí. Los ataco desde arriba mientras siento que el de arriba sigue disparando cuando lo cree necesario. Mis pies acaban de romper una ventana de las duras, no será demasiado para ellos la quijada de uno y la nariz del otro. Terminé con estos y voy directo a mi amigo del primer piso, no sin antes tomar el arma de uno de los caídos. Una Desert Eagle 0.5. El que queda es el más complicado, no hay lugar donde esconderse y es inteligente… o vamos, no es nada. Con mi Desert Eagle disparo hacia arriba desde donde estoy. Luego me dirijo como un rayo, bueno, rápidamente… no puedo con mi ego, pero digamos que soy rápida. Me dirijo hasta el tipo sorprendiéndolo por detrás. Ni lo nota, de hecho estará sorprendido al despertar. No sabrá que es lo que pasó. Disfruta tus sueños angelito. Por un momento siento como si fuese otra vez Ariana, siento miedo… Debe ser solo una sensación, acabo de volver a la acción y quizás todavía no me acostumbro a ser yo misma.
Luego de pasar el primer grupo de amiguitos sigo mi camino. Mi padre debe estar aquí y voy a encontrarlo. Voy a vengarme como que mi nombre es… es… Mary, Ariana, Johana… bueno, en fin, que voy a vengarme y listo. Quizás mi venganza sería más divertida si lo hago un poquito por cada una. Claro, eso sería válido. Creo. Siento un poco de confusión aceca de quién soy. Me siento yo misma, pero también siento que no puedo dejar a Ariana de lado. Siento que lamento no ver a Oscar, hasta siento que quiero ver a Paulo, dios, eso es algo que no hubiese hecho en toda mi vida, tener sexo con un extraño y con la regla encima. Pero por alguna razón no siento que Ariana esté en el pasado, todavía tengo parte de sus pensamientos y sentimientos. Es extraño. Muy. Mierda. Son sus palabras. Creo que tengo más que parte de su ser. Creo que tengo… un problema. No me siento del todo fuerte ahora. Quizás me arrepiento un poco de lo de José y el Shaman… ¡No, no me arrepiento!, ¿cómo iría a arrepentirme? ¡había que hacer algo y lo hice, como siempre...! aunque… no puedo creer que lo hayas hecho… ¿qué…? ¿Ariana…? ¿Mary…? Mierda, soy débil otra vez. ¿Lo soy? No puedo serlo. Soy yo… ¿quién?. Mi cabeza duele. Me aprieto fuerte pero no para. Acabo de cambiar sin tomar nada, sin estar dormida. Soy Ariana. Otra vez. Siento que se aproxima un grupo de grandotes de mi padre… del padre de Mary o Johana… Mierda. ¡Mary, vuelve aquí demonios! Como siempre, debo agradecerte este momento. El momento en el que… estoy en problemas.

Serios.

Muchos.

Problemas.

Mierda.


.

martes, 21 de abril de 2009

23

Destrozo la mitad de su quijada. Del agente de la izquierda. Al regresar mi puño lo hace clavando mi codo en la nariz del que está al otro lado. Su mujer me lo agradecerá, con un poco de ganas del cirujano quedará más agradable de lo que nunca fue. Con mi pierna derecha pateo al acompañante del conductor mientras él sale corriendo del auto asustado. Lo siento, angelito, pero esta no es tu tarde. Lo atrapo y presiono solo lo necesario y lo dejo dormir. No creo que haga daño a nadie. Lo primero que hará al ver lo que queda de sus compañeros es conseguir un trabajo de chofér escolar o algo más sano. Me gusta dejar una buena impresión en la gente, aunque sea de esta manera forzada. Todavía debo organizar mis pensamientos. No tengo todos mis recuerdos en orden. Todavía me pregunto algunas cosas. Si yo soy Mary: ¿Porqué tuve que asesinar a José y el Shaman? ¿Para salvarlos de mis enemigos? Eso no tiene sentido alguno. Estoy en un gran fábrica. No sé que hago aquí del todo, pero recuerdo que es por el pendrive que dejé en manos de Ariana, mi otro yo. Era la oportunidad perfecta para saber adonde ir y de paso recuperar mi otra mitad, pero… ¿a quién demonios buscaba?. Me detengo pensar. Enderezo mi brazo. Lo pongo de nuevo en su lugar. Duele, pero es una dulce melodía, un brindis por estar de regreso, al menos en parte. Recuerdo que mi nombre no es Ariana, aunque tampoco sea Mary. Siempre uso esos nombres en mis misiones como espía. Como todos estamos acostumbrados al jodido Hollywood de ahí vienen esos nombres que recordamos a menudo. De a poco trato de inventarme algunos mejores, pero normalmente tengo nombres del cine negro, no lo puedo evitar. Mi nombre es Johana. Y mi padre no era… no era un campesino, claro que no. Es un jodido magnate millonario, por eso en mi vida como Ariana odiaba a esa gente, por eso sabía las cosas que ocultaban, era casi un reflejo de mi verdadero ser. De mis recuerdos… Mi padre me preparó para ser espía, por conveniencia. Nunca tuve juguetes, solo entrenamiento. Nunca tuve pareja, solo amantes. O podríamos decir que esos fueron mis primeros juguetes… Mi padre me mandó a todas sus misiones y cuando llegamos al fondo de todas sus cuestiones, cuando me enteré de todos los sucios problemas que había causado y era lo suficientemente fuerte trató de sacarme del medio. No pudo matarme, solo me mandó a un lavaje de cerebro. “Solo” eso. No pudo conmigo. Fui más fuerte, capaz y pude pasar hasta el otro lado de mi personalidad. Recuerdo como me costó ser la doble de Ariana. Como me veía siempre cerca al comenzar a salir a la luz dentro de su mente. Siguió a una viejecita pensando que era yo, a un travesti y quién sabe a cuantos más, pensando en que me había visto. Ahora recuerdo porqué lo de José. Ahora recuerdo porqué lo del Shaman. Eran hombres contratados por mi padre. Lo único que querían era que vuelva a mi vida como Ariana, que me canse de todo esto, que abandone mis recuerdos y corazonadas, mis sensaciones. Por eso murieron. Apenas averigüe quienes eran lo hice. Uno a uno. Lo merecían. No así sus familias. Quizás lo mejor hubiese sido asustarlos, pero no disponía de tiempo en ese momento, no había otra manera. Ariana podía volver en cualquier momento. Debo encontrar a mi padre y decirle que estoy de vuelta. Que ya no podrá detenerme. Bueno, al menos tuve unas vacaciones divertidas, ¿no? … Ok, todo fue una mierda. Sigamos adelante entonces. Al dirigirme a la entrada siento balas a mis pies. Son como violines. La extrañaba, hace mucho que no las sentía así, reales. Sonrío de costado. Apenas termine con estos tipos conseguiré un lápiz labial.

Rojo.

22

Odio a esta gente tanto como a Mary. Estamos en un automóvil. Vidrios polarizados. Tiene una pequeña nevera. Dvd y Tv plana. Es una limusina. Odio estos autos. Sobre todo si este viaje no es lo placentero que debería con tantas comodidades. De cualquier manera son comodidades de rico. No me interesa usarlas. Que se las metan donde no les dé el sol si es que les son tan necesarias. Ese tipo de gente necesita atención especial para cubrir con sus gastos la falta de humanidad. Sus hijos tienen dinero en vez de educación. Pués… que se jodan los putos millonarios. Luego de evitar a los carabinieris, sí, ahora sé su nombre… como sea, luego de evitarlos me llevaron hasta aquí. Ahora estamos yendo hacia algún lugar. Ya no podemos ir hasta el consulado, está hecho un desastre gracias a Mary, mi querida y odiada Mary. Es increíble que alguien a la que ví por casualidad en la calle me haya traído tantos problemas, incluso la muerte… Pensando en eso: ¿Me llevarán frente a alguien que me agreda y se queje que yo, “Mary” le arruiné la vida y que matandome, sin olvidar una dolorosa tortura lo cubrirá o solo me agraciarán con un disparo en la cien? Todavía no lo sé. Quizás Mary lo sabe. Estoy exhausta. No paro de tener sorpresas. No paro de pensar. Ya no puedo más. Lo más importante de mi vida fue esta gran desventura con Mary. Conocí a gente dispar como Oscar y Takeshi, que me acompañaron, aunque sea hasta donde pudieron. Mis padres no sabrán nunca que me pasó… -Estáte quieta -me dice un grandulón, el de mi derecha. Estamos saliendo de la parte principal de la ciudad. Estamos yendo a mi momento final. El súmum de mi aventura, ja… Mary… Quizás piense en venir a salvarme. Ella lo puede todo. No sería nada para ella. La ví en mi sueño, quizás la ví mientras me recuperaba del desmayo y no era ya un sueño… La siento más cerca. Claro que la odio como nunca porque la maldita perra me dejó al acecho de sus amiguitos, pero la siento diferente. Sueño con ella, quizás ella sueñe conmigo… sí, eso sería probable. No es descabellado, por lo menos no más que toda esta situación. Trato de soltarme torpemente. Seguramente parezco una imbécil tratando de soltarme con esto tipos alrededor, pero al ver a Mary en acción quedé enganchada con ser una espía. Estúpida. No es para cualquiera. Y lo compruebo paso a paso, auqnue en un momento casi me lo creí. Casi puedo verme, vestida como una estrella de cine de los 60, con el cabello al viento, anteojos oscuros, riendo de costado con mis labios pintados de un rojo furioso. Casi lo veo. Casi lo siento. Podría llamarme Greta y sentir el viento en la cara como se me diera la gana. Sería una espía fantástica. Y disfrutaría siéndolo. Al menos eso parecía cuando Mary acababa con todos esos energúmenos. -Obsérvenla con precaución, es muy astuta y físicamente muy ágil -dice el compañero del conductor, mientras que estamos estacionando. Parece que llegamos al sitio. El de mi izquierda dice -pués entonces vamos a evitar que se mueva con soltura… -el de la derecha me toma fuerte del brazo. El otro hace lo propio y luego comienza a retorcerlo. Grito como nunca. Sería una gran espía. Duele. Sí, casi lo puedo sentir, el viento en mi cara. Retuerce un poco más. Y puedo recordarlo. Dolor. Una vida pasada. Imposible de soportar. Recuerdo a mi padre, a mi madre, a Paulo, a Oscar, a Takeshi… y pienso que el indicado es Oscar, el que ocupó el lugar de mi padre por unos breves momentos -¿Esto será suficiente? -Dice el jodido cerdo enorme. Ya no lo soporto y lloro, ya no grito. Los odio. Oscar. ¿Porqué Oscar?. No es nadie. Aprieto mi puño. Fuerte. Mi padre fue lo mejor de mi infancia. ¿Lo fue?. No recuerdo. Tengo odio en la mirada. ¿Lo recuerdo?. Mi brazo comienza a hacer ruidos que nunca oí. Presiono mis dientes. Aguanto. No recuerdo a mi padre. Oscar. ¿Oscar estuvo en momentos tan importante para mí?. Mi brazo está fuera de su lugar y sigue moviéndose. No recuerdo a mi padre. Sí recuerdo a Oscar. Ahora… recuerdo el ruido que causa mi brazo. Claro que lo recuerdo. Está fuera de lugar. Está dislocado. El húmero se ha desplazado de su lugar. Es una dislocación hacia atrás. Es sencillo cuando lo sabes. Es sencillo cuando lo recuerdas. Cuando ya ha pasado. Cuando no te parece algo grave. Esperaba a Mary. Esperaba a que mi suerte cambie. Miro al espejo y lo veo con claridad:

No necesito a nadie.

No necesito nada.

Ya no espero a que mi suerte cambie.

Mi suerte no va a cambiar.

No existe la suerte como concepto.
Yo hago mi propia “suerte”.

Claro que no necesito nada para salir de aquí…

Ya no espero…

Ella…

ya está aquí…

miércoles, 15 de abril de 2009

21

“Nadie puede separarnos” escrito en sangre. En la pared. Cuerpos. Guardaespaldas. Todos. A lo largo y ancho de la habitación. Casi todos los de mi sueño. Fue ella. Frente a mí un objeto plástico y una nota: “Lleva esto por mí”. Lo tomo y salgo. Cualquier cosa que sea prefiero ser su amiga y no su enemiga. Dejó la puerta abierta para mí. Veo en el pasillo más guardaespaldas. Sangre por todos lados. A mi lado, dibujada en la pared, una flecha que indica el camino de salida. Es todo como en mi sueño, con la diferencia que bajando las escaleras hay solo restos de guardaespaldas y sus cuerpos. Vía libre. Nadie la puede detener, lo veo con mis propios ojos. No sé adonde ir. Mi hermana dejó eso al librado al azar. Pienso en donde podría ir para darle este pequeño objeto. Luego miro alrededor. Pienso. Creo que puede encontrarme. Tengo dinero en un bolsillo y otra nota: “Créeme, necesitamos una de la otra”. Salgo. Camino unas veinte cuadras antes de parecerme seguro subir a un taxi. Esta parte de la ciudad parece bastante fea para tener ese lugar lujosísimo del que vengo entre sus casas. De hecho la fachada dejaba bastante que desear. Viajo en taxi sin problemas hasta el aeropuerto. Busco a Takeshi por todos lados. Me temo que le haya pasado lo peor y espero que mi, ahora querida gemela, no haya hecho con él lo que hizo con el resto, por lo menos no ahora que somos “amigas”. Me tocan el hombro y no creo mis reflejos. Tomo la mano del que lo hace y estoy a punto de hacer algo que nunca hice -¡Cuidado, esa es mi mano! -es Takeshi que no puede evitar sorprenderse al igual que yo. Lo suelto.
-¿Qué te ha pasado en la cara? -pregunta conmocionado. Mierda, no pensé en mi cara, debo estar hecha un desastre. Le digo que caí desde una escalera. Es la excusa típica. Debí haber pensado algo mejor, pero no se me ocurrió pensar en eso. Creo que en este momento estoy para pensar en cosas más importantes. Aunque, si dejo pasar esas cosas mínimas sería un estorbo para mi doble. Creo que estoy entendiendo cada vez más acerca de este mundo de los espías. Takeshi no parece creerme pero tampoco duda mucho. Mientras tanto me mira algunas de las marcas horrendas que debo tener en la cara -¿Puedes mirarme a los jodidos ojos en vez de a mis heridas? -le digo de muy mal humor. Un poco extralimitada pero logro mi cometido. Me mira por fin a los ojos y le explico que estoy esperando a alguien. Le pregunto donde sería un buen lugar para alguien especial -Un hotel debería bastar… -me dice creyendo que espero a un hombre. Le explico que no, que debo darle algo a alguien, algo importante… algo de familia y el me responde -Entonces que mejor lugar que donde la gente está por todos lados, tanto que no notarían un asesinato a su lado… ¡Aquí mismo! -entiendo el punto, es un buen lugar para que nadie note que estoy hablando con una asesina internacional, quizás una ladrona de las más eficientes que el mundo ha conocido… o que el mundo conocería si la agarrasen.
Le agradezco a Takeshi su ayuda y le digo que lo veré más tarde. Paso toda la noche esperando a mi doble. A mi nueva compañera de espionaje. Me siento alguien importante, como nunca antes lo había sentido. Le gente pasa a mi lado y me siento superior. No creo que esté bien, pero así lo siento. Podría retar a duelo a cualquier grandote que se cruce por mi camino. Sí, así me siento. Me siento grande. Muy. Y se siente bien.
Pasa el tiempo. Mucho tiempo. Espero. Tengo sueño. Mi día fue muy largo. Quizás la idea de Takeshi no sea buena y mi doble no quiera correr peligro viniendo aquí. Quizás lo mejor sería tratar de comunicarme con ella. Voy al baño y espero a que esté vacío. Trabo la puerta y observo el pequeño elemento plástico. Es algo electrónico, de computadoras. Lo sé… o eso creo. Lo vuelvo a guardar. Parece que el período esta vez no está tan molesto. Quizás mañana ya no lo tenga. Esta vez no importa tanto, de igual manera me siento más fuerte. Salgo y observo a los lados. Veo a Takeshi hablando con un guardaespaldas. Igual a los que mi hermana asesinó en aquél lugar. Debo irme de aquí. Ahora que veo al tipo ese enseguida se me van las ganas de pelear y ser una heroína o una espía. Mierda. Inclusive me está molestando la entrepierna. Creo que estoy un poco más vulnerable. Takeshi le dice que no con la cabeza y el tipo se vá. Espero a que pase, justo por delante del baño de mujeres. Quizás no lo revisa porque ya me habían encontrado ahí. En eso pienso en lo que Takeshi había dicho del aeropuerto y veo un paralelismo interesante como ejemplo. Espero a que el grandote se haya ido bien lejos y corro hacia Takeshi en busca de novedades. -¿Y, cómo fue ese encuentro? -me dice mientras me guiña el ojo -No seas estúpido, ¡Te dije que era un asunto familiar!, además… ¡métete en tus asuntos asiático pervertido…! Me doy cuenta que esta vez me pasé de la raya y le digo -Ok, perdón por lo de pervertido… -no puedo pedirle perdón por lo de asiático porque, bueno, es asiático. Además no creo que eso le moleste. Comienzo con mi interrogatorio -¿Qué demonios quería ese tipo? -digo sin hacer muy bien mi papel de persona común y corriente -¡Ah, eso iba a decirte! Aquél grandote preguntó por ti, inclusive me dijo que estabas lastimada, ¡y que huías de la ley! -me río en su cara con otra actuación paupérrima y Takeshi no abandona su cara de asombro, o sea, no se cree mi risa -me dijo que tu nombre era Mary algo, era un apellido inglés… no lo recuerdo con exactitud. Mierda. Me siguen y creen que soy Mary. Si me encuentran estoy muerta. Espero que mi amiga llegue pronto o sino no tendré manera de escapar de aquí con vida. Saludo a Takeshi y le digo que debe haber un malentendido. Que no se preocupe. Busco un lugar que esté a la vista, con tráfico de gente, pero tampoco el centro del aeropuerto. Los grandotes están por todo el aeropuerto y yo estoy cansada de esquivarlos. También estoy cansada por mí primer día en el mundo del espionaje. Espero hasta tarde despierta pero nada. Mary no aparece. Mierda Mary, necesito que aparezcas y pronto. De pronto veo en un puesto de diarios una foto. Es el lugar horrendo del que salí hoy. Veo su horrible fachada y decido comprar el diario. Entrego las monedas y el tipo las agarra casi como si no quisiera ser molestado. Estos son los momentos en los que Europa es especial. Podría haber asesinado a su madre y comprar diarios en su puesto que el tipo no me hubiese mirado. Interesante. Sobre todo porque al abrir el diario, justo donde el vendedor estaba mirando estaba mi foto. No era exactamente yo, pero Mary es realmente muy parecida. Y están las fotos del desastre. Las fotos de todo el lugar. Y la fachada. Mierda. La fachada del consulado de Perú en Roma. Mierda. Estoy en problemas internacionales. En eso giro y veo a dos grandotes esperandome. Detrás la policía. Más mierda. Me quedo en silencio. Mi entrepierna estalla en dolor como nunca. Me retuerzo y cae mi preciado contacto con Mary. Mi oro plástico. Ahora creo que lo entiendo todo. Mary, maldita perra. Tengo lo que ella robó. Están buscando a una mujer con mi cara y con eso encima. Entonces, es a mí a quien buscan. Mierda. Mis días como espía están contados.

Te odio Mary.

Mucho.

martes, 14 de abril de 2009

20

La misma habitación. La misma que en mi sueño. Estoy atada. Pies y manos. No puedo moverme. Mierda. No sé porque me traen aquí. Sé que es por mi doble pero no sé que es lo que hizo. Creo que robó algo. Sí, eso debe ser. Aunque pensándolo mejor estos tipos estaban en el aeropuerto con un ataúd. Esta perra mató a alguien y yo lo pago por tener su misma maldita cara. La odio. No puedo seguir así. Me encuentro pensando en que si salgo viva de aquí podría hacerme una buena cirugía plástica y terminar de una vez con nuestro jodido parecido. Sí, eso es lo que haré. Luego río un poco, recuerdo la cara del guardaespaldas al verme en el baño. -¡Quieta! -Gritó con cara de susto. Creo que estaba más asustado que yo. Por lo menos hasta que me ví en el espejo. Tenía la cara ensangrentada. Les dije que necesitaba estar ahí. Que estaba herida y necesitaba que me dejen en paz unos momentos. La sangre que me delató es la que debería haberme sacado de ese lío. Mi única oportunidad era poner esa sangre que atrapé en mi cara y evitar, así, que me reconozcan, pero… no. No dio resultado. Como no podían sacarme de allí me mandaron al que se encargaba de la parte medicinal y lo primero que hizo fue lavarme la cara. Mi plan no duró mucho. Un plan de mierda. Sobre todo teniendo en cuenta que tuve que ponerme mi sangre en la cara. Desagradable. El dorado alrededor me molesta. Oigo voces desde el pasillo y luego entrando a la habitación. Estoy de espaldas a la puerta. El grandote que recuerdo de mi sueño me pega un cachetazo. Duele. Pero por alguna razón no duele tanto como creo que duele. Me siento rara. El tipo me dice algo de una información y un asesinato. No sé que mierda pregunta pero estoy segura que tiene que ver con el muerto del aeropuerto, las malas noticias y todo ese embrollo, incluyendo a mi doble. -¿Perdón? -le digo y me abofetea un poco más fuerte. Sangro. Duele mucho. Quizás no tanto. Vuelve a preguntar. Vuelve a golpearme. Veo mi sangre volar y no la diferencio del fondo bordeaux. Mi sangre aún no cae. Todo se ralentiza. Veo al tipo mientras me reincorporo lentamente y sé que va a pagar por esto. Le sonrío. Lo pagarás, cabrón. Lo sé con seguridad. No entiendo porqué, solo lo sé. Lo miro y no entiendo que es todo este juego de luces y sombras. No creo mucho en Diós o religión alguna. No creo en la justicia divina. Solo en la divina comedia. Lo pagará. Seguro. Me sigue golpeando y estoy mareada. Sus golpes duelen cada vez menos. Hasta que no los siento. Todo tiene una velocidad extrañamente lenta. Este lugar ya no me es incómodo. Enseguida me doy cuenta de algo muy importante… ya no estoy ahí. Y no siento dolor. Todo es extraño, metafórico, abstracto… y ya no estoy ahí. Estoy de nuevo en casa, como cuando era pequeña. Y noto que no recuerdo la cara de mi padre. Sé que está ahí afuera trabajando. Sé que mamá está tejiendo y yo a su lado, pero no sé tejer. No recuerdo como se hace. Sé que lo hice toda la vida, pero toda la vida es ténue. No recuerdo los detalles. Veo a Oscar, mi taxista amigo en la cara de mi padre… Me desvanezco. Estoy ahí, estoy aquí, estoy allá… Ese tipo lo pagará…
Veo imágenes diez veces más rápidas y animadas. Veo sangre y dientes. Muelas. Dolor… de otro. Sonrisas contagiosas. Sarcasmo y acción. El arte de los cuerpos. La danza de los puños. La danza macabra. Algo que nunca entendí fluye frente a mis ojos. Es parte de mi mente. Parte de mí. Lo comprendo. Alguien es arte. Puro arte mientras se mueve, mientras habla. Mientras ríe. Recuerdo al Zorro y sonrío por dentro. Esta vez es mujer. Odio la pelea… pero en este caso alguien merece ser castigado. Mi castigo divino. Causado por una mujer -Eso es… -digo estúpidamente en voz alta y vuelvo lentamente a la realidad. Comienzo a ver el techo. Estoy acostada. Mirando esa mierda de techo. Blanco. No es bordeaux ni dorado. Es blanco. Manchado de rojo. Manchado de sangre. Lo sé. La reconozco. La llevo conmigo cuando voy al baño. La llevé en mi cara. Pero no es mi sangre. Me levanto. Me siento más fuerte. Golpeada y fuerte. Es estúpido, pero así lo siento. Veo un desastre. Mi doble, mi salvadora. Ahora lo sé. No vá a hacerme daño. Lo comprobé. No tengo un protector. Es ella. Es el llamado de la sangre. Este desastre lo causó ella. Soy libre y estoy segura que es gracias a ella.
Miro hacia el suelo. Sonrío. Ella lo hizo. Lo hizo por mí. La puerta está abierta. La inscripción en la pared. Es su letra. Es con sangre. Es ella. Y es mi sangre. La siento. La amo. Me liberó. Creo que siento algo distinto esta vez. Siento las piernas manchadas de mi sangre y no me importa. Estoy transpirando. Sigo sonriendo. Me levanto y sé que este desastre ya no me impacta.

¿Esta es mi nueva vida…?

Pues, creo que no me molesta… es más, estoy comenzando a entenderla.

Sí, esta es mi nueva vida.

miércoles, 8 de abril de 2009

19

Pasó aproximadamente un mes. Para mí solo fueron días. ¿Que mierda está pasando aquí?. Mis nervios están en esos días, al igual que yo. Otra vez alterada. La situación acompaña. ¿Donde estuve todo este tiempo?. ¿Y porqué mierda sueño con la vida de alguien?. Necesito ayuda -Claro que sí -señala Takeshi -Creo que necesitas un psiquiatra. De los buenos. -Le agradezco su buena voluntad y le explico, con una gran sonrisa, que debería joderse ya mismo. -No, realmente lo necesitas
-me dice mi asiático amigo -Creo que solo inventas tus recuerdos en base a lo que ves en el momento. Por ejemplo, el guardaespaldas que viste hace un momento. Es todo culpa de tu mente, jugándote una mala pasada.
-Recuerdo a Oscar y me hubiese gustado que sea mi compañero en este momento. El encontraría la manera de solucionar las cosas con algún amigo suyo, de esos que solucionan las cosas ilegalmente. Psiquiatra. Quizás sí necesite uno. Mierda. Mi entrepierna estalla en sangre y no me deja pensar tranquila -Voy al baño -le digo a Takeshi y me dirijo hacia allí con la cabeza en forma de puzzle imposible. No entiendo. Debo poner orden. José me ayudó. Mi doble lo mató. El Shaman me ayudó. Corrió igual suerte. Oscar me ayudó, pero solo lo devolvieron a su país. Bueno, realmente no sufrió como los otros. Claro, mi doble no me creería una amenaza como para matarlo en ese momento. Luego notó que no me iba de aquí y pensó que sería un problema. Por eso mató a José. Y luego al Shaman. Pero… ¿Porqué mató al Shaman? Yo sueño con su vida desde que el Shaman me sirvió ese extraño té… ¿Pero como demonios puede ella saberlo? No hay manera de que lo note. Salvo que estuviese ese día en la carpa del Shaman, o que estuviera vigilándome de cerca. Micrófonos, cámaras, algo así. Sí, eso y que yo haya hablado en sueños. Eso es.
El tipo que me atacó en el aeropuerto… no, no puede tener que ver con ella porque no asesina ni mujeres ni niños… pero quizás por eso contrató a alguien para asesinarme. Pero no. Ella no quiere asesinarme sino lo hubiese hecho en la carpa del Shaman. Eso es. No quiere asesinarme. Pero… ¿Porqué?. No lo sé. Entonces… ¿ella me salvó del tipo del aeropuerto?. No. No es posible. En realidad no lo sé. Entonces sí es posible. No sé porque me ayudaría. Pero es posible. Takeshi no parece estar de su lado, pero no puedo saberlo con seguridad. Llego al baño. Un guardaespaldas está cuidando la puerta. Necesito ir urgente al baño. Lo necesito. Mi entrepierna consigue ponerme de mal humor constantemente y no es la excepción: Me hace notar nuevamente que necesito entrar… ahora. Observo al grandote. No es el que recuerdo, pero es uno de sus compañeros. En eso un turista asiático enojado se pelea con uno de los guardaespaldas. Al parecer hubo algún malentendido o mal trato de su parte. Se acerca un policía. Un carabicía de esos de por aquí. El grandote que cuida la puerta del baño habla por su radio y mira a su compañero haciendo una seña con la mano. No dejo que el tiempo pase y aprovecho a pasar. Me escurro por un ínfimo espacio. Llego al preciado lugar. Si. Lo necesito. Bajo mis pantalones y me deshago de mi pesada e incómoda carga. Creo que no recuerdo cuando fue la última vez que no tuve sangre cayendo desde adentro. Tengo el período y por alguna razón, unos pocos días se transforman en un puto mes y vuelvo a lo mismo. Mierda. Ni siquiera pueden haber desaparecido los días en que no tengo el período. Basta. Debo pensar en la solución, no en la sangre. Pienso en irme de allí. Es la única solución. Al parecer mi gemela no quiere matarme pero sigue asesinando a todo el que me ayuda. Si pudiera irme… tengo un pasaporte y documentos nuevos, podría cambiar de vida y nadie lo notaría. Sí, eso sería lo mejor. Aunque si ella estuvo en la carpa del Shaman es probable que sepa todo lo que estuve haciendo allí. Que sepa incluso mi nuevo nombre. Debería probar. Si me sigue entonces puedo intentar algo más. Me siento en el inodoro pulcro del aeropuerto y tiro todos mis deshechos rojos. Estoy muy alterada y esto no ayuda. Quizás la próxima vez pierda solo esto días y pase lo que para mí sean unos dos o tres meses sin esta maldición. La jodida maldición de ser mujer. De repente escucho ruidos y voces. Me asomo y veo que entran al lugar unos cuantos de esos guardaespaldas de mi sueño. Veo que entra el que reconocí y me oculto. Mierda. Si me vé me reconocerá. ¡Esto es inaudito! ¡Ni siquiera puedo ir al jodido baño tranquila! Escucho lo que dicen. Hablan en castellano. Al parecer están aquí para evitar a la prensa. No debo hacer ningún ruido. No soporto el olor de mi propia sangre pero no puedo presionar el jodido botón. No hasta que se vayan. De pronto noto que algo está por soltarse y caer al agua. Mierda. Mi propio cuerpo me traiciona. Pienso en poner mi mano en medio, pero llego tarde. Solo atrapo la mitad. Mi sangre cae como una bomba. Me delata. Escucho el silencio de los grandulones cerca de mí. Escucharon eso. El silencio se extiende hasta que preguntan quién está ahí -Estuve observando el baño nadie entró, lo juro -dice uno de ellos, el que estaba en la puerta hace unos minutos. No puedo creer mi mala suerte. Y digo -Saldré en unos minutos si no les molesta -Pero parece que eso no los tranquiliza. Comienzan a abrir puerta por puerta. Se acercan. Quedan dos puertas. ¿Que puedo hacer?. Nada. Como siempre estoy jodida. Falta una sola puerta para que lleguen a la mía. Sí. Esta es mi vida… ¿Y qué?.

jueves, 2 de abril de 2009

18

-Signorina… -dice el oficial de policía mientras hace un gesto con la mano, como llamando a alguien. En efecto, detrás suyo sale el traductor. El oficial comienza a hablar y el traductor… bueno, traduce. -Señorita, al parecer hubo una equivocación. Estamos completamente consternados por el error, pero para subsanarlo esperamos que acepte sus cosas y este dinero -dice mientras otro policía me pasa mis cosas, mi pasaporte, mis documentos, mi cartera, todo… y una pequeña bolsa de papel. No entiendo la situación y los miro con la mejor cara de imbécil que hice en años. Agradecen con la cabeza y el oficial a cargo, el del estúpido bigote, me guiña el ojo antes de irse con sus compañeros. No entiendo. Lo pienso un rato. Me devolvieron todo… claro. La perra esa se fue con ellos al llegar y ahora me devuelve todo para que vuelva a casa. No quiere que interfiera y así me lo hace saber. Recupero mis cosas y todo esta asunto terminó. La odio. Mierda, como la odio. Mientras me siento para repensar la situación, para aclarar los pensamientos, veo que hay un gran revuelo. Realmente grande. Al parecer llevan un féretro. Soldados, policías, guardaespaldas de negro… se hacen a la idea, todo el aparato. Me dirijo hacia el local de comida rápida, tengo mucha hambre, aunque parezca extraño, en este momento solo puedo comer. Al llegar veo mucha gente acongojada frente al televisor. Diablos, si supieran lo que yo ví allí no se harían tanto drama por sus problemas. Seguro que no.
Pido una hamburguesa como una primate. Hago señas hasta que la chica, no muy espabilada me entiende que señalo el cartelito frente a ella. El número uno. Sí, gracias. Miro a la gente agrupada. Esa TV ya me trajo malas noticias en el pasado, no hay razón por la cuál deba prestarle atención ahora. Solo trae problemas. Aunque no puedo quedarme con la intriga. Ok, miraré unos segundos, solo para saber que está pasando. Dejo a la pidiendo mi hamburguesa y me dirijo hacia la gente. Veo lo mismo que ellos. Que bueno. No tiene nada que ver conmigo. Murió un importante funcionario de… no sé, algún país. Me quedo tranquila y voy a por mi hamburguesa. No quiero que se enfríe. Pago mi hamburguesa, busco un lugar para sentarme. No es que pueda quedarme tranquila con el escándalo de afuera y la gente llorando, pero al menos trataré de comer. Antes de sentarme siento un malestar en el estómago, casi diría un dolor menstrual. Ja, por lo menos no estoy en esos días. Pienso que el hambre está haciendo efecto sobre mí y me dedico a abrir y masticar mi hamburguesa. Sueño con estar en una jodida bañera, cómoda, escuchando música Chill-Out o alguna mierda New Age, algo tranquilo… De repente, mi sueño se ve invadido por un tipo barbudo, que se sienta a mi lado -¡Hola!, ¿Cómo estás amiga? -Le muestro mi dedo medio y le explico que no soy amiga de nadie, que no moleste. -¿Cuesta reconocerme con esta pinta no? -me dice el incomodante señor. Miro para otro lado, buscando otro lugar donde sentarme a engullir tranquilamente mi comida basura. -Ok, Ariana, si quieres estar sola lo entiendo, me retiro -me dice el tipo y se vá. Yo sigo masticando mi hamburguesa mientras pienso lo que acabo de oír. Dejo de masticar. Giro la cabeza y miro al jodido tipo, más bien a su espalda. Me quedo unos instantes. Pienso y no llego a conclusiones. ¿Quién mierda es?. Suelto mi comida y corro hacia fuera. Miro a los lados. No lo veo. Busco con la mirada y al fin lo encuentro. Lo veo. Está entrando al baño de hombres. Corro. -¡Hey! -le grito, pero no se gira. Llego al baño y espero. Mierda. Los segundos son muy largos en estos momentos. Una ejecutivo que sale del baño me suelta unas monedas con mirada altanera, mientras se cierra la bragueta -¡Jodido estúpido, no quiero tus putas monedas! -le digo a los gritos. Parece que estoy sensible, pero no tenía porqué darme una moneda, maldito garabato de la sociedad capitalista. Espero un buen rato. Seguramente me veo bastante descolocada, la gente me esquiva o me mira desde lejos. Los hombres que salen del baño se sorprenden y caminan para el lado opuesto. Espero. Sale algún que otro tipo pero ninguno es el que busco. No puedo creer que tarde tanto. Desde aquí no veo el reloj, pero sé que paso mucho tiempo. Mierda, estoy muy impaciente. Siento un fuerte dolor en el estómago. Este maldito imbécil misterioso no me dejó terminar de comer y ya estoy sintiendo las consecuencias. Ok, si sale alguien más y no es él entro y lo busco. Sale otro tipo y ya no aguanto más. Debo entrar. Entro y grito -¿Dónde estás malnacido? -alguien se sorprende y gira asustado meando todo el suelo -Maldito cerdo, ¿va a limpiar usted eso luego?, porquer sino debería volver a depositar su cosa en su lugar y terminar allí donde debería -le digo mandoneando. El tipo mira como confundido, se vuelve, y sigue haciendo lo suyo. Miro a los lados y veo al hombre, está afeitándose. Claro, por eso es que el maldito me tenía en vela hace minutos. Mientras me dirijo hacia allí el tipo que meaba el piso está buscando papel para limpiar el suelo. Bien por él. Llego a donde está el tipo y lo giro. Mierda. Me quedo helada -¿Y de donde mierda sacaste esa barba? -le digo a Takeshi -Solo… creció -responde sorprendido. No puede explicar como es que tiene una barba de diez centímetros -Pues creo que debes de tener un problema hormonal o como se llame a ese tipo de cosas. De otra manera no tienes una barba de meses en dos días -le digo. Takeshi me mira con cara de interrogación y dice -Ariana, no nos vemos hace aproximadamente un mes. Mierda. Esto me está molestando. -Primero me dices que no me salvaste de aquél tipo, después que no me veías hace un día y ahora… ¿un mes?. No. No creo que estés bien de la cabeza. Tú estás tramando algo -Tiro de su barba y es real. No sale. Tiro más fuerte hasta que le arranco unos pelos. No. No puede ser posible. Miro mi mano con su barba arrancada y dudo. Lo miro. Takeshi está sufriendo como la mierda. Le duele. Mucho. Es barba real. No puedo entender. Debo pensar. Arrojo sus pelos y me voy de allí. Necesito pensar mejor. Salgo afuera. Trato de relajarme. No puedo entender. Si Takeshi dice la verdad entonces… ¿donde mierda estuve?. No puede ser. No. No es posible. Quizás vuelva allí y le arranque un poco más de pelo. Sí, trataré de darme cuenta si realmente sufre al arrancarlos. En eso veo a un grupo de policías y guardaespaldas que pasan por allí. Me corro. Uno de ellos es el oficial del bigote. Me mira y me saluda con gesto de beso. Desagradable. Justo después veo algo terrible. Algo mucho más tremendo que el pelo de Takeshi. El guardaespaldas. Anteojos negros. Pelo engominado. Inclusive, el auricular en la oreja izquierda. El mismo de mi sueño. Mierda. ¿Mi sueño? ¿No era eso mi vida pasada?. O ese guardaespaldas es muy viejo o mi vida pasada es una vida muy actual. Y no es mi vida. Más mierda. Me duele el estómago. En eso… un pedazo de mi interior se desprende. Estoy en esos días. Otra vez. Ahora sí creo en el paso del tiempo. Creo que estoy en problemas...
Muchos…