jueves, 2 de abril de 2009

17

Estoy de nuevo en el mundo real. Entiendo lo que acaba de pasar. Recuerdo partes de mi sueño. Todavía me siento extraña. Mierda. Me duele la cabeza. Mucho. No entiendo bien mi sueño. Todavía siento pasar las balas cerca de mis pies. Estoy aturdida. Un olor desagradable llena la habitación. Debo salir de aquí ahora o vomitaré. Odio vomitar. Me incorporo y recuerdo. La carpa del Shaman. Necesito salir. Afuera todo está en orden, solo que me incomoda saber que es un tanto más temprano que cuando entré aquí ayer. Significa que estuve mucho tiempo aquí. Mierda, que pérdida de tiempo. El cielo está extraño y todo está mojado. Se vé que ha llovido. Vuelvo adentro con la intención de saludar al Shaman. Doy media vuelta para entrar y siento ese hedor nuevamente. Decido no volver a entrar. El Shaman sabe todo. Siempre. No hace falta que le explique que voy a caminar un rato. Todo el ambiente está muy extraño. Veo policías a la vuelta de la esquina. Me ven. No me hago problema. Evité varios grupos de ellos en los últimos días y no parece que me estén buscando.
-¡Signorina! -dice uno. Evito girar. Sigo mi camino. Escucho pasos. Me apresuro tratando de que no se note mi cambio de velocidad, pero no soy muy buena en ello. Siento sus pasos hacerse más veloces y corro. Llego a la esquina y corro lo más rápido que mis piernas pueden. Al llegar a mitad de cuadra los policías se dan cuenta de que corroy también lo hacen, mientras gritan que pare o algo. Llego a la otra esquina y los siento cerca. Encuentro un cubo de basura gigante y me meto sin pensarmelo dos veces. Escucho pasar a los carabi… bueno, a los uniformados. No puedo creer que haya salido de la carpa del Shaman por el hedor y termine en un lugar más cerrado y más sucio. Cumplo con mi destino y vomito. Mucho. Y luego salgo. Muy sucia. Espero que el Shaman tenga agua o que la lluvia me libere de esta desgracia. Eso espero. Vuelvo. No veo policías en las cercanías. Noto la foto en mi bolsillo, pero no puedo encontrar la navaja. No recuerdo que hice con ella. ¿La he tirado?. No lo sé. Saco la foto, pero no es la misma que hasta ayer. Mierda. Odio a esa maldita perra. Es el Shaman. No lo creo. Estuve recién allí. El olor. El Shaman. Muerto. Detrás dice. “No me busques.” Voy corriendo hasta la carpa del Shaman mientras lloro muy fuerte, tanto que duele. Entro. Voy hasta el fondo. Busco la imagen en la fotografía y trato de ubicar el cadáver. Está envuelto en plástico. No lo toco. Escucho ruido. Me petrifico. Tengo los ovarios en la garganta. No puedo moverme. El olor penetrante me dá nauseas nuevamente. No lo soporto. Me hace mover. Lo que sea que haya ahí debe suceder ahora mismo. Corro la camilla. Es la mujer del Shaman. Está atada de pies y manos. Tiene una nota pegada a la espalda: “Ni mujeres ni niños… pero no me pruebes”. Mierda. Puta perra. Me tiene en su poder. Sabe todo lo que hago. Giro sobre mi misma y grito. Con todas mis fuerzas grito. La muy puta me está volviendo loca. Loca. Olvidé por un instante a la mujer del Shaman. La giro, la desato.
-¿Puede escucharme? -le digo, casi al borde de otro ataque de nervios -Por favor, respóndeme…
Está en mal estado, parece estar deshidratada. No parece saber que pasó con su marido. No puedo decírselo. No sé como. Lo descubre por si sola. Revienta en lágrimas y lo atrapa entre sus brazos lo más que puede. Lo necesita. Rompe el plástico, lo corta con las uñas. No es nada sin él. Y se nota. Y lo perdió. Gracias a mí. Mierda. Estoy cagada. Y todo el que me ayuda. Tengo una maldición y es esa maldita perra. Me sigue. No puedo hacer nada para detenerla. Nada. Siempre está un paso adelante. Tengo que dejar de seguirla. ¿Qué busco?. Ya no es una estúpida cuestión de sangre, de familia. Es mucho más. Es mucho peor. No puedo con ella. No podía con mi vida, ¿cómo llegué a esto?. Debo detenerme. Pero mis entrañas me piden venganza. Les contesto que no puedo. No sirvo para esto. Terminaré muerta. No hay manera de que pueda detenerla. Le pregunto a la, ahora viuda del Shaman si necesita algo, si puede sola, si va a quedarse allí… no responde a ninguna de mis preguntas. Su vida acabó. Mal. Yo no puedo hacer nada. Debo volver al aeropuerto. Debo terminar con esto, antes de quedar implicada. Pediré dinero en el aeropuerto y volveré a casa. No puedo más. Me retiro dejando a la pobre mujer ahogada en sus lágrimas. No puedo hacer nada por ella, tampoco por mí. Pienso en Takeshi. Espero que no esté contra mí. De cualquier manera querrá ayudarme en cuanto le diga que quiero dejar todo esto, que quiero volver a casa. Tomo lo que me queda de dinero y llamo un taxi. Me dirijo al aeropuerto. Así. Sin más. No hay chance real de hacer nada más. Me tiene. Lloro todo el viaje. No hay paisaje que llame mi atención más que le Shaman muerto y su esposa sobre él, arrancando el plástico que cubría su cadáver. Llego al aeropuerto. Pago una cantidad que no calculo. Solo tiro los billetes y bajo. No puedo más. Busco a Takeshi, desesperada. No tengo a nadie más. Espero que no esté muerto. Estoy con la vista empapada en miseria y lágrimas, y no veo que delante de mí hay un grupo de policías. Mierda. Solo esto faltaba. Noto que fuera está lloviendo, mientras que sobre mí llueve mierda. Claro. Como si no supiera que las cosas solo pueden esperar. Era obvio. Escapar no puede ser tan fácil. No puedes escapar de tu vida, ¿no?. Mierda, claro que no.

3 comentarios:

  1. En el próximo se vienen un par de cosa interesantes... o no, eso me lo tenés que decir. Fijate vos que lo ves de afuera si está cayendo hace muchos capítulos o si va bien.
    Abrazo!

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  2. creo que tiene que voler un poco de humor como al principio, para que nos ayude seguir creyéndole como narradora... eso si.. solo un poco de humor...!!!!

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  3. Ok!! Sí, eso me parecía, pero hasta ahora no podía encontrar la oportunidad. Creo que el siguiente viene un poco mejor. Veamos que pasa...

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