miércoles, 15 de abril de 2009

21

“Nadie puede separarnos” escrito en sangre. En la pared. Cuerpos. Guardaespaldas. Todos. A lo largo y ancho de la habitación. Casi todos los de mi sueño. Fue ella. Frente a mí un objeto plástico y una nota: “Lleva esto por mí”. Lo tomo y salgo. Cualquier cosa que sea prefiero ser su amiga y no su enemiga. Dejó la puerta abierta para mí. Veo en el pasillo más guardaespaldas. Sangre por todos lados. A mi lado, dibujada en la pared, una flecha que indica el camino de salida. Es todo como en mi sueño, con la diferencia que bajando las escaleras hay solo restos de guardaespaldas y sus cuerpos. Vía libre. Nadie la puede detener, lo veo con mis propios ojos. No sé adonde ir. Mi hermana dejó eso al librado al azar. Pienso en donde podría ir para darle este pequeño objeto. Luego miro alrededor. Pienso. Creo que puede encontrarme. Tengo dinero en un bolsillo y otra nota: “Créeme, necesitamos una de la otra”. Salgo. Camino unas veinte cuadras antes de parecerme seguro subir a un taxi. Esta parte de la ciudad parece bastante fea para tener ese lugar lujosísimo del que vengo entre sus casas. De hecho la fachada dejaba bastante que desear. Viajo en taxi sin problemas hasta el aeropuerto. Busco a Takeshi por todos lados. Me temo que le haya pasado lo peor y espero que mi, ahora querida gemela, no haya hecho con él lo que hizo con el resto, por lo menos no ahora que somos “amigas”. Me tocan el hombro y no creo mis reflejos. Tomo la mano del que lo hace y estoy a punto de hacer algo que nunca hice -¡Cuidado, esa es mi mano! -es Takeshi que no puede evitar sorprenderse al igual que yo. Lo suelto.
-¿Qué te ha pasado en la cara? -pregunta conmocionado. Mierda, no pensé en mi cara, debo estar hecha un desastre. Le digo que caí desde una escalera. Es la excusa típica. Debí haber pensado algo mejor, pero no se me ocurrió pensar en eso. Creo que en este momento estoy para pensar en cosas más importantes. Aunque, si dejo pasar esas cosas mínimas sería un estorbo para mi doble. Creo que estoy entendiendo cada vez más acerca de este mundo de los espías. Takeshi no parece creerme pero tampoco duda mucho. Mientras tanto me mira algunas de las marcas horrendas que debo tener en la cara -¿Puedes mirarme a los jodidos ojos en vez de a mis heridas? -le digo de muy mal humor. Un poco extralimitada pero logro mi cometido. Me mira por fin a los ojos y le explico que estoy esperando a alguien. Le pregunto donde sería un buen lugar para alguien especial -Un hotel debería bastar… -me dice creyendo que espero a un hombre. Le explico que no, que debo darle algo a alguien, algo importante… algo de familia y el me responde -Entonces que mejor lugar que donde la gente está por todos lados, tanto que no notarían un asesinato a su lado… ¡Aquí mismo! -entiendo el punto, es un buen lugar para que nadie note que estoy hablando con una asesina internacional, quizás una ladrona de las más eficientes que el mundo ha conocido… o que el mundo conocería si la agarrasen.
Le agradezco a Takeshi su ayuda y le digo que lo veré más tarde. Paso toda la noche esperando a mi doble. A mi nueva compañera de espionaje. Me siento alguien importante, como nunca antes lo había sentido. Le gente pasa a mi lado y me siento superior. No creo que esté bien, pero así lo siento. Podría retar a duelo a cualquier grandote que se cruce por mi camino. Sí, así me siento. Me siento grande. Muy. Y se siente bien.
Pasa el tiempo. Mucho tiempo. Espero. Tengo sueño. Mi día fue muy largo. Quizás la idea de Takeshi no sea buena y mi doble no quiera correr peligro viniendo aquí. Quizás lo mejor sería tratar de comunicarme con ella. Voy al baño y espero a que esté vacío. Trabo la puerta y observo el pequeño elemento plástico. Es algo electrónico, de computadoras. Lo sé… o eso creo. Lo vuelvo a guardar. Parece que el período esta vez no está tan molesto. Quizás mañana ya no lo tenga. Esta vez no importa tanto, de igual manera me siento más fuerte. Salgo y observo a los lados. Veo a Takeshi hablando con un guardaespaldas. Igual a los que mi hermana asesinó en aquél lugar. Debo irme de aquí. Ahora que veo al tipo ese enseguida se me van las ganas de pelear y ser una heroína o una espía. Mierda. Inclusive me está molestando la entrepierna. Creo que estoy un poco más vulnerable. Takeshi le dice que no con la cabeza y el tipo se vá. Espero a que pase, justo por delante del baño de mujeres. Quizás no lo revisa porque ya me habían encontrado ahí. En eso pienso en lo que Takeshi había dicho del aeropuerto y veo un paralelismo interesante como ejemplo. Espero a que el grandote se haya ido bien lejos y corro hacia Takeshi en busca de novedades. -¿Y, cómo fue ese encuentro? -me dice mientras me guiña el ojo -No seas estúpido, ¡Te dije que era un asunto familiar!, además… ¡métete en tus asuntos asiático pervertido…! Me doy cuenta que esta vez me pasé de la raya y le digo -Ok, perdón por lo de pervertido… -no puedo pedirle perdón por lo de asiático porque, bueno, es asiático. Además no creo que eso le moleste. Comienzo con mi interrogatorio -¿Qué demonios quería ese tipo? -digo sin hacer muy bien mi papel de persona común y corriente -¡Ah, eso iba a decirte! Aquél grandote preguntó por ti, inclusive me dijo que estabas lastimada, ¡y que huías de la ley! -me río en su cara con otra actuación paupérrima y Takeshi no abandona su cara de asombro, o sea, no se cree mi risa -me dijo que tu nombre era Mary algo, era un apellido inglés… no lo recuerdo con exactitud. Mierda. Me siguen y creen que soy Mary. Si me encuentran estoy muerta. Espero que mi amiga llegue pronto o sino no tendré manera de escapar de aquí con vida. Saludo a Takeshi y le digo que debe haber un malentendido. Que no se preocupe. Busco un lugar que esté a la vista, con tráfico de gente, pero tampoco el centro del aeropuerto. Los grandotes están por todo el aeropuerto y yo estoy cansada de esquivarlos. También estoy cansada por mí primer día en el mundo del espionaje. Espero hasta tarde despierta pero nada. Mary no aparece. Mierda Mary, necesito que aparezcas y pronto. De pronto veo en un puesto de diarios una foto. Es el lugar horrendo del que salí hoy. Veo su horrible fachada y decido comprar el diario. Entrego las monedas y el tipo las agarra casi como si no quisiera ser molestado. Estos son los momentos en los que Europa es especial. Podría haber asesinado a su madre y comprar diarios en su puesto que el tipo no me hubiese mirado. Interesante. Sobre todo porque al abrir el diario, justo donde el vendedor estaba mirando estaba mi foto. No era exactamente yo, pero Mary es realmente muy parecida. Y están las fotos del desastre. Las fotos de todo el lugar. Y la fachada. Mierda. La fachada del consulado de Perú en Roma. Mierda. Estoy en problemas internacionales. En eso giro y veo a dos grandotes esperandome. Detrás la policía. Más mierda. Me quedo en silencio. Mi entrepierna estalla en dolor como nunca. Me retuerzo y cae mi preciado contacto con Mary. Mi oro plástico. Ahora creo que lo entiendo todo. Mary, maldita perra. Tengo lo que ella robó. Están buscando a una mujer con mi cara y con eso encima. Entonces, es a mí a quien buscan. Mierda. Mis días como espía están contados.

Te odio Mary.

Mucho.

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