martes, 21 de abril de 2009

22

Odio a esta gente tanto como a Mary. Estamos en un automóvil. Vidrios polarizados. Tiene una pequeña nevera. Dvd y Tv plana. Es una limusina. Odio estos autos. Sobre todo si este viaje no es lo placentero que debería con tantas comodidades. De cualquier manera son comodidades de rico. No me interesa usarlas. Que se las metan donde no les dé el sol si es que les son tan necesarias. Ese tipo de gente necesita atención especial para cubrir con sus gastos la falta de humanidad. Sus hijos tienen dinero en vez de educación. Pués… que se jodan los putos millonarios. Luego de evitar a los carabinieris, sí, ahora sé su nombre… como sea, luego de evitarlos me llevaron hasta aquí. Ahora estamos yendo hacia algún lugar. Ya no podemos ir hasta el consulado, está hecho un desastre gracias a Mary, mi querida y odiada Mary. Es increíble que alguien a la que ví por casualidad en la calle me haya traído tantos problemas, incluso la muerte… Pensando en eso: ¿Me llevarán frente a alguien que me agreda y se queje que yo, “Mary” le arruiné la vida y que matandome, sin olvidar una dolorosa tortura lo cubrirá o solo me agraciarán con un disparo en la cien? Todavía no lo sé. Quizás Mary lo sabe. Estoy exhausta. No paro de tener sorpresas. No paro de pensar. Ya no puedo más. Lo más importante de mi vida fue esta gran desventura con Mary. Conocí a gente dispar como Oscar y Takeshi, que me acompañaron, aunque sea hasta donde pudieron. Mis padres no sabrán nunca que me pasó… -Estáte quieta -me dice un grandulón, el de mi derecha. Estamos saliendo de la parte principal de la ciudad. Estamos yendo a mi momento final. El súmum de mi aventura, ja… Mary… Quizás piense en venir a salvarme. Ella lo puede todo. No sería nada para ella. La ví en mi sueño, quizás la ví mientras me recuperaba del desmayo y no era ya un sueño… La siento más cerca. Claro que la odio como nunca porque la maldita perra me dejó al acecho de sus amiguitos, pero la siento diferente. Sueño con ella, quizás ella sueñe conmigo… sí, eso sería probable. No es descabellado, por lo menos no más que toda esta situación. Trato de soltarme torpemente. Seguramente parezco una imbécil tratando de soltarme con esto tipos alrededor, pero al ver a Mary en acción quedé enganchada con ser una espía. Estúpida. No es para cualquiera. Y lo compruebo paso a paso, auqnue en un momento casi me lo creí. Casi puedo verme, vestida como una estrella de cine de los 60, con el cabello al viento, anteojos oscuros, riendo de costado con mis labios pintados de un rojo furioso. Casi lo veo. Casi lo siento. Podría llamarme Greta y sentir el viento en la cara como se me diera la gana. Sería una espía fantástica. Y disfrutaría siéndolo. Al menos eso parecía cuando Mary acababa con todos esos energúmenos. -Obsérvenla con precaución, es muy astuta y físicamente muy ágil -dice el compañero del conductor, mientras que estamos estacionando. Parece que llegamos al sitio. El de mi izquierda dice -pués entonces vamos a evitar que se mueva con soltura… -el de la derecha me toma fuerte del brazo. El otro hace lo propio y luego comienza a retorcerlo. Grito como nunca. Sería una gran espía. Duele. Sí, casi lo puedo sentir, el viento en mi cara. Retuerce un poco más. Y puedo recordarlo. Dolor. Una vida pasada. Imposible de soportar. Recuerdo a mi padre, a mi madre, a Paulo, a Oscar, a Takeshi… y pienso que el indicado es Oscar, el que ocupó el lugar de mi padre por unos breves momentos -¿Esto será suficiente? -Dice el jodido cerdo enorme. Ya no lo soporto y lloro, ya no grito. Los odio. Oscar. ¿Porqué Oscar?. No es nadie. Aprieto mi puño. Fuerte. Mi padre fue lo mejor de mi infancia. ¿Lo fue?. No recuerdo. Tengo odio en la mirada. ¿Lo recuerdo?. Mi brazo comienza a hacer ruidos que nunca oí. Presiono mis dientes. Aguanto. No recuerdo a mi padre. Oscar. ¿Oscar estuvo en momentos tan importante para mí?. Mi brazo está fuera de su lugar y sigue moviéndose. No recuerdo a mi padre. Sí recuerdo a Oscar. Ahora… recuerdo el ruido que causa mi brazo. Claro que lo recuerdo. Está fuera de lugar. Está dislocado. El húmero se ha desplazado de su lugar. Es una dislocación hacia atrás. Es sencillo cuando lo sabes. Es sencillo cuando lo recuerdas. Cuando ya ha pasado. Cuando no te parece algo grave. Esperaba a Mary. Esperaba a que mi suerte cambie. Miro al espejo y lo veo con claridad:

No necesito a nadie.

No necesito nada.

Ya no espero a que mi suerte cambie.

Mi suerte no va a cambiar.

No existe la suerte como concepto.
Yo hago mi propia “suerte”.

Claro que no necesito nada para salir de aquí…

Ya no espero…

Ella…

ya está aquí…

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